Conversaciones imaginarias

ruelisabet

9/3/20212 min leer

- ¿Quién eres? Me dijo

- Soy la loca a la que regañaban todos los días por no dejar de tocar. ¿Es que acaso, ya no te acuerdas de mi? Seguro que te tenía harto, todas las mañanas de lunes a viernes iba a molestarte. La última vez que te vi te desarmé y te hice una limpieza profunda. Mínimo un gracias, ¿no?

-Ohhh ahora recuerdo. Han pasado dos años desde la última vez que te vi. Es más, pensé que no volvería a verte. ¿Cómo estás?

- Pues han pasado muchas cosas. Si te contara, no vas a creerlo. Para empezar, no creas que me olvidé de ti, es solo que, un virus me impidió salir de casa.

- Ya me parecía extraño, de pronto un día dejaron de visitarme. Me encontraba algo confundido. Por un momento creí que un agujero negro se los había tragado a todos.

- Pues sí, algo así. Solo que ahora ya volvimos. Por cierto, te veo más delgado y algo resfriado. ¿Cómo lograste sobrevivir todo este tiempo? Pensé que te habían puesto a la venta. Tal fue mi sorpresa al encontrarte aquí, en el mismo lugar.

- ¿Yo? ¿A la venta? Nadie daría un duro por mi. Como ya has notado, no tengo mucho que ofrecer. Han sido años duros. Muchas veces pensé que no volvería a hablar.

- De hecho, veo que todavía te cuesta pronunciar ciertas palabras. Pero descuida, solo debes retomar la práctica. Ahora que poco a poco volvemos a la normalidad, vendré a visitarte más seguido. A ver si recuperamos los viejos tiempos y nos ponemos al día, ya que hay mucho que contar ...


Hace unos días volví a visitar a este pequeño amigo, después de casi dos años sin verlo. Este piano guarda unas muy buenas historias; a ver si un día me alcanza el tiempo para poder contar todas. Sin exagerar, aquí he tenido las mejores charlas de toda mi adolescencia. Alrededor suyo se formaron amistades que han superado los diez años, así que el volver a visitarlo ha sido para mí como encontrarme con un viejo amigo y ponernos al día. Aquí aprendí a tocar, me enfrenté al miedo y experimenté la alegría que es tocar a Bach a velocidad de 180. Ahora, a su avanzada edad, a veces olvida cómo sonar.